siguiendo con el tema que comentamos en el anterior post, hay una cuestión que abordar, dentro del espacio de la Plaza del Prado, que como sabeis es objeto del concurso y tema del siguiente proyecto. Se trata del grupo de personas que se congregan a diario a beber alcohol en la parte central del parque. Son gente que no molesta a nadie, no dañan los jardines o el mobiliario urbano y respetan a otras personas que quieran hacer uso del parque. No obstante, algunas personas consideran que su presencia bebiendo, tiene un efecto disuasorio para otras personas, especialmente los niños, o los padres que quieran llevar a sus hijos a esta zona. Traigo este tema porque se plantea el reto de abordar la cuestión en las propuestas que planteeis.
Echad un vistazo a este proyecto, que ya comentamos en clase el otro día.
se trata de crear unos elementos en una plaza que encontrándose próximos a una narcosala, los drogadictos puedan usar sin tener que ocultarse o huir a otra parte. Os transcribo literalmente las intenciones del proyecto
«Tras expulsar al vehículo privado, la intervención que resultó elegida en este proceso consistió en la instalación de doce elementos de mobiliario urbano construidos con rastreles de madera de roble danés y capaces de ser desplazados para conformar multitud de disposiciones posibles dentro del patio. Ocho de estos elementos son módulos escuadrados con el tamaño y el peso adecuados para que una persona pueda moverlos libremente. Si están de pie, tienen la forma de un asiento con respaldo, mientras que si están tumbados adoptan la de un banco rinconero.»
«Los otros cuatro elementos, que tienen un tamaño bastante superior y solo pueden desplazarse con medios mecánicos, también puedan adoptar distintas formas. Quieren remitir a la idea del portal que da nombre al barrio y por ello tienen forma de marcos cuadrados, con unos dos metros y medio de lado y una profundidad de ochenta centímetros. Cuando están de pie, el brazo inferior del marco constituye un banco flaqueado por dos jambas y resguardado por el brazo superior. Cuando están tumbados, generan cuatro bancos que se miran entre sí y promueven el establecimiento de relaciones sociales. En esta posición, también se pueden cubrir con paneles accesorios que les permiten constituir la base de un escenario ligeramente elevado. Por la noche, el alumbrado instalado en el interior de los marcos emite luz que se cuela por entre las juntas de los rastreles.»
«VALORACION
Difícilmente la arquitectura y el urbanismo pueden dar respuestas satisfactorias a los problemas de higiene, seguridad y convivencia que se derivan del consumo de drogas en el espacio público. La resolución de estas situaciones corresponde mucho más directamente a la aplicación de políticas sociales y a la creación de servicios como la narcosala de Dugnad. No obstante, a menudo se usa la renovación física de un barrio para enmascarar operaciones de limpieza que, en vez de resolver el problema, lo trasladan a otro lugar.
Lejos de esta hipocresía, «Plads til alle» es una intervención franca y valiente, que apuesta por mirar el problema de cara. Sin pretender resolverlo, se preocupa simplemente por ofrecer a los toxicómanos un espacio acogedor y digno. Sus módulos de madera han sufrido un gran número de ataques vandálicos y no han logrado evitar que mucha gente siga rechazando la presencia de sus usuarios. Pero, al mismo tiempo, ya han motivado la elección de varias disposiciones socialmente consensuadas y constituyen un icono que da visibilidad al problema y lo convierte en un tema de reflexión y debate.»
Tras observar las fotos y leer los párrafos de la memoria que os he transcrito, me gustaría hacer algunas observaciones sobre las intenciones y la eficacia de esta propuesta:
Más allá de valorar las intenciones morales, partiendo de la base de que la propuesta persigue la integración de este colectivo marginal en la sociedad,no encuentro las razones por las cuales los drogodependientes se «apropian con dignidad del espacio»
mediante estos cajones, y si no los hubiera, dejarían de hacerlo.
No considero que la aportación funcional que suponen mejore las condiciones respecto de los elementos de mobiliario urbano convencionales. Por otra parte, ¿ qué les hace pensar a los autores que es un elemento especialmente propicio para toxicómanos? ¿ En qué consiste la valentía de la propuesta? El hecho de afrontar el problema de los drogodependientes o no,es una cuestión social, propia de la administración pública y de los ciudadanos, que en este caso se escapa a las decisiones sobre el tratamiento del espacio urbano y su mobiliario. La arquitectura puede ayudar en su tarea de progreso cívico pero no veo porqué esta propuesta es valiente según este modo de afrontar el problema.
Ya desde un punto de vista formal, el diseño de las piezas no parece ser muy ligero a efectos de movilidad, cosa que persigue, su forma tampoco parece justificada, ya que por las ranuras entre tablas puede filtrase el agua, y no sirve por lo tanto de elemento cubierto en el que resguardarse. Dada su altura y su poca anchura tampoco parece proteger mucho del sol en verano. Como asiento no debe ser muy cómodo y no se me ocurren muchas más formas de apropiarse del elemento. ( ¿tumbarse?). La luz que emerge por las ranuras le otorgan mayor ligereza, pero se intuye un mantenimiento no elemental, a parte de ser elementos muy susceptibles a las acciones de vandalismo.
En resumen, yo me hubiera quedado con el espacio vacío, es decir que estos elementos a mi juicio no mejoran la plaza, más bién al contrario y en cuanto a las aportaciones funcionales que puedan hacer para los toxicómanos, me parecen más bién escasas.
En los tiempos que corren es necesario un esfuerzo mayor a la hora de reflexionar sobre los modos de invertir el dinero y más si se trata de dinero público.
Espero que este tema os sirva para abordar la problemática que en nuestro caso existe